Reflexión final de Cristina Martínez sobre Madrid Escucha.
Mi experiencia en Madrid Escucha se enmarca en el proyecto «Escuela de Ciudad», del que fui promotora junto a mis compañeras de Otro Hábitat. Desde el primer día, me di cuenta que las personas que formamos este grupo de trabajo teníamos muchas cosas en común; una de las más valiosas es que nos acercamos a participar desde la EMOCIÓN, partiendo cada una de nosotras de nuestra sensibilidad y trayectoria, compartiendo ilusiones, deseos y sueños que iban en la misma dirección. Además, sumábamos conocimientos únicos para llevar a cabo este proyecto con y hacia otras personas.
Y toda esta emoción fue canalizada hacia la ACCIÓN durante las sesiones de intenso trabajo del taller. En nuestro caso, tratábamos de diseñar un protocolo de actuación para mejorar los espacios públicos situados en el entorno de los colegios públicos de la ciudad, desarrollando un proceso de diseño y transformación participativa en el que se implicaran los niños y niñas, las madres y padres, la comunidad educativa y el vecindario, contando con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid.
Me pongo a pensar en cómo fue el PROCESO de trabajo que llevamos a cabo a lo largo de varias semanas, y me doy cuenta de que tuvo mucho que ver con los propios objetivos del proyecto que planteamos, por supuesto a escalas diferentes. «Escuela de Ciudad» trata de contribuir a la formación de una cultura común de regeneración urbana desde los centros educativos, recuperando el valor de los espacios públicos como lugar de intercambio, e implicando a los propios ciudadanos, especialmente a la infancia, en su mejora y mantenimiento. Me gustaría profundizar un poco en estas dos ideas.
La generación de un espacio de encuentro
Kapuściński dice que cuando tenemos la oportunidad de encontrarnos con «el Otro», con aquel que es diferente a nosotras, si lo hacemos desde la cooperación, seremos capaces de apreciar la identidad única e irrepetible de cada persona, y podremos hallar en nosotras mismas una parte de ella. Incluso nos daremos cuenta del deber ético que tenemos de ser responsables de los demás.
En el taller de Madrid Escucha, se creó un potente lugar de interacción; las participantes no sólo intercambiábamos ideas, sino que teníamos objetivos y valores comunes, cada una desde su identidad, capacidades e historia personal. Ya fuera desde el punto de vista del profesorado, de las AMPAS, de la ecología, o de la intervención urbana y artística, todas contribuimos a generar algo nuevo enriqueciendo nuestras propias visiones y creando de manera abierta y colaborativa, apoyadas también por los mentores y mediadores de MediaLab.
De igual forma, en los barrios donde planteamos transformar espacios públicos próximos a los colegios de manera participativa, no sólo se consigue aumentar su calidad física y medioambiental, sino que según nuestra experiencia, se refuerza el tejido social, la identidad colectiva y el sentimiento de pertenencia, al llevar a cabo un proceso donde se encuentran diferentes personas con distintas vivencias, ya sean niños y niñas, madres y padres, profesoras u otros vecinos, que se abren, se relacionan y crean de manera conjunta.
La apropiación de los ciudadanos
En el momento actual, la ciudadanía reclama vivir en sociedades más democráticas e inclusivas, donde se prioricen ámbitos como el cuidado de las personas y la vida comunitaria, frente a las dinámicas económicas y de producción. Para conseguirlo, las personas debemos estar en el centro del sistema, y tenemos que tener la oportunidad de participar en la construcción de nuestro propio futuro.
En parte lo hicimos en Madrid Escucha; en las dos semanas de taller, las colaboradoras del proyecto «Escuela de Ciudad» se apropiaron del mismo, en realidad, desde el principio ya lo vieron como suyo. No lo planteamos tan sólo como un ejercicio teórico o metodológico, sino como un paso inicial de un proceso real de transformación que podría aterrizar en sus vidas próximamente, del que ellas serán protagonistas. Por eso trabajamos con dos ejemplos reales de actuación en los entornos de un CEIP y de un IES de Madrid vinculados a algunas de las participantes del grupo.
La visita de los empleados municipales nos permitió descubrir que el proyecto tiene muchas sinergias con algunos programas existentes. Además de eso, vimos que las personas que se acercaron a hablar a nuestra mesa, realmente estaban ilusionadas, creían en nuestra propuesta y querían contribuir en ella. Nos mostraron que la formulación y gestión de iniciativas de manera conjunta entre la administración y la ciudadanía puede ser posible.
En la escala más amplia del proyecto, la participación y la implicación continúan presentes a diferentes niveles. Al generar procesos de construcción colaborativa en lugares vinculados a los colegios, se acerca a los niños y a las niñas al territorio, mejorando su autonomía, incentivando su capacidad de identificar problemas y proponer soluciones, reforzando así su papel activo en su barrio, y atrayendo el interés y los recursos del resto de actores locales. De esta forma se pretende crear conciencia colectiva sobre la necesidad de la implicación de los propios ciudadanos en la mejora y mantenimiento de los espacios públicos desde un modelo de cogestión con la administración.
Actualmente seguimos reflexionando sobre los resultados que obtuvimos en Madrid Escucha, y queremos ampliarlos con el desarrollo de una «Guía de actuación para la mejora de entornos escolares en Madrid». Pretendemos que sea una herramienta didáctica que facilite la implementación de programas municipales que acojan este tipo de procesos de participación ciudadana, y esperamos seguir trabajando para que pronto estas iniciativas se hagan realidad y se multipliquen por toda la ciudad.